Piénsalo.
ÂżQuĂ© sabes de tu bisabuelo? Con suerte tu abuela te habrá contado alguna historia que tĂş vagamente recuerdas ahora y, casi seguro, si te ponen una foto suya delante, a duras penas podrĂas reconocerlo respecto a otras caras de la Ă©poca.
Ese bisabuelo era igual que tĂş. Ya, sin tantas tonterĂas como tenemos hoy en dĂa, pero fue una persona que tendrĂa sus ilusiones, sus miedos, que tenĂa la capacidad de enamorarse y de engendrar.
Pero un dĂa muriĂł, como el mĂo, como te pasará a ti, y su recuerdo es un suspiro en tu memoria que se convertirá en casi imperceptible cuando le cuentes sobre Ă©l a tu hijo, si algĂşn dĂa lo tienes.
Tu bisabuelo solo existe en palabras. No hay nada que hoy en dĂa pueda demostrarnos que ese hombre existiĂł, más allá del ADN que portas.
En nuestra vanidad moderna, egocĂ©ntrica, creemos que eso no nos pasará a nosotros, pero, a no ser que cambie mucho la cosa, la mayorĂa de nosotros tambiĂ©n nos convertiremos en solo palabras.
O peor, alguien nos describirá con palabras, que no serán la realidad de lo que somos.
Como el juego del teléfono estropeado, donde el mensaje original llega al último receptor completamente desvirtuado.
Seremos las palabras que las generaciones venideras quieran que seamos.
ÂżNo te molesta un poco?
Tenemos una ventaja respecto a nuestro bisabuelo, la tecnologĂa esta de nuestra parte.
Tenemos la oportunidad de dejar constancia de lo que fuimos, de lo que sentimos, de lo que deseábamos.
Todos tenemos al alcance de nuestra mano el poder escribir un libro y publicarlo, el subir vĂdeos a Youtube o hacer un podcast hablando de todo aquello que nos mueve por dentro, o escribir un texto como este explicando lo que nos perturba.
Tenemos la posibilidad de dejar una herencia digital y que las próximas generaciones sepan por nosotros mismos todo lo que éramos, y no a través de unas palabras prostituidas.
Crea, deja constancia de todo aquello que eres.