¿Por qué no funcionan los libros o discursos motivacionales?
A mi me ha pasado, y a ti también.
Comienzas un libro que trata de resolver cualquier cosa que te ronda por la cabeza, algo que te carcome por dentro, desde dejar de fumar a perder peso pasando por ganar dinero por Internet, y subrayas con toda la buena intención del mundo aquellas frases claves que te hacen erizar la piel y te hacen pensar “Joder, esto es lo que necesitaba”.
Terminas el libro, tienes la motivaciĂłn a lo “a tope jefe de equipo” pero segĂşn va pasando el dĂa la realidad, tĂş realidad, comienza a enfriar esa ebulliciĂłn de tu cabeza hasta dejarte más tieso que un churro de hace tres dĂas.
No estás solo.
La gran mayorĂa de veces que consumas cualquier material de este tipo no va a servirte de nada.
Pero no es tu culpa.
Primero, porque el ser humano no esta preparado para tantos impactos.
Según un estudio de la Universidad de California (como si te digo de Wisconsin, pero bueno, que es la de California, de verdad) ha concluido que el cerebro humano recibe unos 34 gigas de información CADA DÍA entre consumo de redes sociales, televisión, libros y demás medios.
Evidentemente eso no hay cerebro que lo asimile y, por salud mental, la gran mayorĂa de esos datos pasan a travĂ©s de nuestro cerebro con menos fuerza que la pinza caza peluches de una máquina de feria.
Te lees tu frase motivacional de turno y tu masa gris la pone en el mismo cubo que las cifras de contagios de la semana pasada en Burgos y el sticker de tu prima del pueblo en el grupo familiar.
MotivaciĂłn diluida cual azucarillo.
Segundo, porque no ha todo el mundo le funciona lo mismo.
Un libro o un vĂdeo de Youtube no es más que un tipo contando desde su perspectiva quĂ© le ha funcionado a Ă©l mismo o a gente que conoce para resolver/conseguir algo.
Oye, que se lo agradecemos, pero si solo existiera una manera de entender la mente humana la carrera de psicologĂa durarĂa dos fines de semana y solucionarĂamos el conflicto de Oriente Medio tomando un tĂ© en una tarde.
Quicir, que lo que me funciona a mi no tiene que funcionarte a ti.
Todos conocemos a alguien que ha dejado de fumar. Unos lo han conseguido fumando cada dĂa menos pitillos, despuĂ©s quizás han pasado a un vapeador, luego a unos chicles de nicotina y, finalmente, han conseguido dejarlo. Mi abuelo, por ejemplo, fumaba un paquete diario y un dĂa le dijeron lo que podrĂa causarle el tabaco a largo plazo y procediĂł a tirar lo que le quedaba del paquete que le tocaba ese dĂa y no volviĂł a fumar nunca más en su vida.
MĂ©todos distintos para un mismo problema.
Y eso me lleva al último punto. Tercero y último, no todo el mundo está dispuesto al sacrificio.
Imagina que has tenido un accidente aĂ©reo en un desierto y eres el Ăşnico superviviente. Tras dĂas de vagar por el desierto, con la cara quemada y los labios rajados de la deshidrataciĂłn, atisbas un pequeño lago entre palmeras. Corres como loco hacia Ă©l para saciar esa sed que llevas incrustada en la cabeza desde el accidente, pero al llegar al lago ves que está rodeado de arañas que acuden a la humedad.
De pronto recuerdas que tienes fobia a las arañas.
¿Qué haces?
Ya te lo digo yo. Pisas 5 arañas en tu camino a meter la cabeza dentro del lago. Y quizás no te las comas por vergüenza torera.
EstarĂas dispuesto a todo por ese sorbo de agua.
Con esto me refiero a que muchĂsima culpa de que no funcionen este tipo de discursos motivacionales no la tiene el discurso en sĂ, si no tu motivaciĂłn real al respecto.
“Joder, quĂ© guapo estarĂa vivir en Bali” “Joder, quĂ© guapo serĂa tener esos abdominales”.
Ya, pero “qué guapo” no es motivación suficiente para hacer esos cambios radicales en tu vida, debes encontrar una motivación REAL que haga despertar el deseo irrefrenable de conseguirlo.
Hay quien lo consigue cuando su salud esta en peligro, cuando ha vivido una experiencia emocionalmente dura o ha tenido un hijo, por ejemplo.
TĂş tienes que encontrar la tuya propia, no es algo en lo que pueda ayudarte el escritor o youtuber de turno.
En resumen, mi recomendaciĂłn para motivarte al cambio serĂa:
MANTENER EL FOCO: No puedes estar a todo, cĂ©ntrate en lo que quieres cambiar o mejorar, en eso que te quita el sueño, y evita saturarte con los miles de impactos (TV, Tuits, YT, Twitch, Podcast, etc) que recibimos al dĂa o, al menos, sĂ© muy selectivo con ellos.
ENCUENTRA TU MÉTODO: No digo que te vayas al Tibet a encontrarte a ti mismo, si no que pruebes cosas y quĂ©date con lo que te sientas más cĂłmodo. No hace falta que te levantes a las 5 de la mañana o que medites antes de dormir, si encaja contigo, abrázalo, pero no tienes que copiar hábitos de nadie porque tĂş eres tĂş y nadie más. Adapta estos hábitos a tu manera de ser y a tu dĂa a dĂa.
BUSCA UNA MOTIVACIĂ“N: No hace falta que sea algo digno de alabar. Quizás quieras ponerte muy fuerte simplemente para dar celos a tu ex o ganar más dinero que tu suegro solo para fastidiarlo. Los motivos más bajos son igual de efectivos que los más castos y puros si te llevan al mismo lugar. Pueden ser egoĂstas o altruistas pero lo importante es que consigan moverte por dentro de verdad y no sean vacĂos.
Recuerda que estar motivado y el creer que con esfuerzo todo se consigue es una patraña que no es han inculcado.
El esfuerzo no se negocia, pero no te garantiza nada.
Te lo cuento en este artĂculo sobre el esfuerzo.
¿Cuál es tu motivación?