🚦Cómo NO caer en el pozo de los MALOS HÁBITOS.

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Parecía un viernes normal, pero no lo era.

Ana había cerrado un cliente de los que dejan mucha panoja en la empresa.

-Venga, Ana, una cerveza, aunque sea para celebrarlo.

Ana tenía al día siguiente una carrera popular por la mañana, llevaba tiempo teniendo una vida bastante sana y se había marcado como reto personal acabar una carrera de 10 kilómetros.

Pero solo una.

Ana fue el centro de atención según iban llegando los compañeros al bar de abajo.

Felicitaciones y abrazos por todos lados.

De pronto apareció Raquel con una ronda de chupitos.

-Raquel, son las 7 de la tarde, ¿Un poco pronto, no?

-Venga, siesa.

Ana era la única que faltaba por coger el chupito.

La presión social hizo el resto.

Dos cervezas más tarde, Ana tenía delante un gintonic.

Al segundo gintonic la mitad de la reunión decidió irse a cenar.

-Venga, Ana, para que se te baje el alcohol.

Sin darse cuenta Ana tenía delante 3 pizzas a compartir y un bol de nachos del tamaño de una plaza de toros.

Bueno, un par de porciones no hace daño a nadie, mañana lo quemo.

Tras acabarse casi una pizza entera ella sola y un helado de vainilla de postre, Ana compartía taxi hacia la disco de moda.

Además, tuvo suerte, dos copas gratis para las chicas esa noche.

A las 3 de la mañana le escribió a su ex, aunque se prometió no hacerlo hace ya 6 meses.

“Nunca te lo perdonaré, ¿Dónde estás?”

Raquel le dijo a Ana que durmiera con ella, estaba demasiado borracha para irse sola a casa.

Tras la segunda sesión de devolver todo lo bebido aquella noche en el wáter de Raquel, Ana durmió la mona.

A la mañana siguiente, con las mallas de deporte y la camiseta con la que debería estar corriendo justo en ese momento su carrera de 10 kilómetros, Ana volvía a su casa pensando ¿Cómo he acabado así?

Lo que Ana le ocurrió lo explica de manera excelente James Clear en su libro “Hábitos Atómicos”.

Denis Diderot era un filosofo francés del siglo XVIII, muy conocido pero muy pobre a la vez.

Tan pobre que no iba poder pagar la boda de su propia hija.

Catalina la Grande se apiadó del filósofo porque era muy amante de sus libros y le ofreció comprar su biblioteca personal por un buen monto de pasta.

Diderot no solo pagó la boda de su hija, si no que se compró una bata escarlata preciosa.

Pero la bata desentonaba con su humilde casa.

Por lo tanto, se compró un tapete mejor para su pared, un espejo precioso que fuera a juego con ellos y las sillas de piel mucho mejores que las que tenía.

Una nueva compra llevaba a otra posterior.

Y eso es justo lo que le pasó a Ana.

Una mala decisión fue “dando permiso” a otra nueva mala decisión posterior y así iba justificando su caída total hasta el fondo del pozo.

 

¿Cómo podemos frenar el efecto Diderot?

 

Tengo tres herramientas para darte.

Una del mismo James Clear, otra de Tony Robbins, gurú del desarrollo personal, y otra de mí mismo (gurú en mi casa).

James Clear dice “las conductas no suceden de una manera aislada. Cada acción se convierte en la señal que desencadena la siguiente conducta”.

La técnica que nos comparte Clear intenta aprovecharse de esto.

UNIENDO UN HÁBITO A OTRO

 

Se llama “pequeños hábitos” y lo que busca es “vincular la nueva conducta deseada con un hábito que ya realizas diariamente”.

Por ejemplo, quizás quieras comenzar a meditar y lo primero que haces al despertar y que te reconforta es tomarte un café.

Entonces la técnica sería la siguiente: después de tomarte el café cada mañana comienzas a meditar por un minuto.

Si lo que quieres es hacer algo más de ejercicio y lo que te gusta es jugar videojuegos, puedes jugar vestido ya para hacer deporte y en cuanto apagas la videoconsola salir a correr o al gimnasio.

La idea es unir un hábito que te es agradable con el que quieres incluir en tu rutina.

Si Ana hubiera usado esta técnica podría haber hecho algo parecido a:

Me tomo una cerveza con mis compañeros > Me voy al coche.

Una manera de no dejar en el aire o al libre albedrío cual iba a ser su próximo paso.

CAMBIA EL RELATO

 

Otra técnica que puedes usar para no tomar malas decisiones es la estrategia de Tony Robbins “Estado>Relato>Estrategia”.

Cuando no estás en el momento correcto, por cansancio físico o emocional, por ejemplo, no ves soluciones, solo problemas.

Si estás cansado o estresado y te sientas a pensar estrategias para resolver problemas o tomar decisiones, probablemente no tomes las mejores opciones o, directamente, no las encuentres.

Para resolver esto Robbins nos dice que primero debemos preparar nuestro estado.

Una vez que preparemos nuestra bioquímica esto nos ayudará a encontrar mejores relatos, que a la vez desembocará en mejores estrategias para resolver aquello que nos preocupa.

La forma en que preparas el estado es muy personal.

Robbins se pone al sol o hace ejercicio, pero quizás para ti sea llamar a un amigo o hacerte un tetris.

Muchas veces nos vemos en una calle sin salida cuando en realidad lo que necesitamos es dar un paseo por la playa.

EVITA EL DE PERDIDOS AL RÍO

 

Por último, mi propia técnica, que he bautizado como “Hazlo lo mejor posible”.

En el mundo de la nutrición y el deporte hay una máxima y es que cualquier rutina o dieta debe tener adherencia.

Adherencia significa que, si la rutina o dieta no esta adaptada a tus posibilidades, a tus gustos, a tu rutina o día a día, es cuestión de tiempo que pierdas la motivación y termines abandonando.

Por eso, si eres una persona que esta comenzando a hacer deporte y una de las cosas que te motiva es jugar al futbol, un buen entrenador te meterá un partidito con los amigos alguna vez en la semana o una ruta por el campo si eres fan de la naturaleza.

O si te gustan mucho las hamburguesas te adaptará la dieta para que puedas encajarlo en la semana o cambiar los condimentos para que no sea una bomba calórica.

La idea detrás es que disfrutes, pero con control.

Quizás nos hemos saltado nuestra rutina o hábito, pero no por ello ya tenemos que tirarlo todo por la borda y conseguimos así frenar el efecto Diderot a tiempo.

Si nos hemos comido un par de trozos de pizza no podemos entrar en la actitud, “Bueno, ya que la he cagado voy a comérmela entera”.

Puedes parar, o comerte otro trozo más y luego volver andando a casa por el camino más largo o no pedir postre como sí hace el resto de tus acompañantes.

Lo que sea para “hacerlo lo mejor posible”.

Si te has bebido dos copas puedes tomarte luego lo mismo, pero solo con refresco.

Si no te ha dado tiempo a entrenar puedes hacer unas sentadillas y flexiones en casa mientras ves una serie.

La idea es minimizar el impacto del mal hábito en la medida de lo posible y no al revés, pensar “de perdidos al río” y empeorar mucho más la situación entrando en un efecto Diderot que nos haga tocar el suelo.

Ana podría haber usado el “hacerlo lo mejor posible”, por ejemplo, habiendo acompañado a sus compañeros en el bar y luego, en la cena “bajar el ritmo”, cenar de manera más ligera y despedirse de ellos para estar decente para su carrera al día siguiente.

De esta manera compaginamos la parte social y de buenos hábitos de nuestra vida, o lo que es lo mismo, mejoramos la adherencia.

Estas son tres técnicas que podemos usar para preparar a nuestra mente para tomar mejores decisiones:

Pequeños hábitos.

Estado>>Relato>Estrategia.

Hazlo lo mejor posible.

Pero hay un océano lleno de opciones.

En próximos capítulos iré desarrollando otras igual de efectivas.