En 1984 a Micheal Jordan lo conocían solo los muy cafeteros del basket.
Cazadores de talentos, frikis del baloncesto universitario y los estudiantes de Carolina del Norte, nada de la figura mainstream que años después no podía caminar por la calle.
Pero Sunny Vaccaro, el director ejecutivo de marketing de Nike, veía en él a la próxima mega estrella de la década.
Nike por entonces no era lo que es hoy en día, quizás la marca deportiva más reconocida del planeta, si no que peleaba por entrar, por lo menos, en el pódium junto a Adidas (que era quien cortaba el bacalao) y Converse.
Sunny tenía que dar un golpe de efecto ya que, si bien Nike tenía buena representación en el atletismo, en el baloncesto era un segundón absoluto.
El problema era que el resto de marcas también deseaban que Jordan fuera su nueva estrella y tenían a su favor la fama y un presupuesto muy alto para pagarle un mejor contrato.
Entonces Sunny se tiró un buen triple (jeje) y decidió darle una vuelta de tuerca a todo lo que se había hecho hasta la fecha y ofrecerle a Jordan (mejor dicho, a su madre, que es quien manda de verdad siempre) algo que no se había hecho hasta la fecha.
Royalties sobre la venta de las zapatillas.
Cualquier zapatilla Nike que se vendiera en el mundo con el nombre de Jordan metería en el bolsillo del jugador el 25% automáticamente.
Más un sueldo de más de 2 millones de dólares anuales.
¿Qué ocurrió?
Que Jordan aceptó, que se convirtió en el mejor jugador de la historia del baloncesto mundial y que cada lanzamiento de sus zapatillas cada año se convertía en el evento más esperado del año.
Desde la firma en 1984, Jordan ha conseguido en royalties más de 1.300 millones de dólares.
Incluso retirado gana más que el 99% de jugadores de la NBA.
Un buen resumen de todo esto puedes verlo en la excelente película “Air” de Ben Affleck.
Y desde de el punto de vista del mundo de los negocios, te recomiendo echarle un vistazo a esta publicación de Samuel Gil sobre los puntos clave necesarios para conseguir tener éxito en negociaciones tan fuera de lo común como esta y la importancia de la cultura de empresa.
Viéndola se me vino a la cabeza un concepto creo que bastante valioso.
“Las negociaciones extraordinarias probablemente traigan condiciones extraordinarias”
Cuando la familia Jordan tanteó a Nike con los royalties por zapatillas era algo que no se había hecho nunca en el mundo del patrocinio deportivo.
Aunque ahora sea habitual, fue algo que no se había planteado y que ninguna otra marca hubiera aceptado.
Pero Nike tenía las de perder, necesitaban un volantazo en su estrategia de marketing, algo extraordinario, un gesto que requería también dar a cambio algo fuera de lo común.
Cuando te sientas a negociar con alguien que puede darte a cambio algo que te haga destacar de manera automática de toda tu competencia o dar un salto de 5/6 peldaños en tus objetivos debes estar abierto a cualquier posibilidad.
Nada es una locura.
En cualquier otra negociación la misma se juega en un recinto cerrado donde los límites están más o menos claros, pero cuando hablamos de resultados que pueden dar un giro de 180 grados a tu vida las paredes no existen.
Ojo, para que se juegue a este juego el retorno debe ser extraordinario porque si no se convierte en abuso y en un juego de poder.
Conozco a gente que trabaja gratis para otra porque lo que le interesa es conocer el modo de trabajo de una organización o la visibilidad para según qué directivos.
Pero también conozco a quien trabaja casi gratis a cambio de una promesa de sueldo decente.
Buscar un sueldo decente no es algo extraordinario, es sobrevivir.
Extraordinario es querer llegar a Marte, no a Budapest en un vuelo de Ryanair.
Sunny apostó por colonizar Marte y abrió un camino que luego otros muchos siguieron.
Cambió el negocio del patrocinio deportivo para siempre y puso a Nike en la primera línea del baloncesto mundial, consiguiendo ser así más atractivos para nuevos talentos emergentes y dar el primer paso para convertirse en la referencia mundial en lo que se refiere a moda deportiva.
¿Te has encontrado alguna vez en una situación donde la recompensa era extraordinaria?
¿Cómo lo gestionaste?