SUDAPOLLISMO. La filosofía del SIGLO XXI.

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Arthur estaba muy triste.

Tenía muchas esperanzas puestas en su relación con su novia.

Por eso mismo no se esperaba que ella decidiera unilateralmente que la relación había llegado a su fin.

Arthur, como un veinteañero primerizo, decidió que la mejor manera de pasar el mal trago era cogerse una moña enorme y hacer el tonto para no pensar en ella.

Así lo hizo, se puso de vodka hasta las cejas y decidió que era buena idea colarse en un edificio de noche.

Arthur llegó hasta el piso 19, en la terraza había unas vistas de la ciudad preciosas, cerró los ojos y pensó:

-Cariño, cuánto te echo de menos.

El alcohol y la gravedad hicieron el resto.

Arthur cayó desde el piso 19 hasta el techo de un Nissan que estaba aparcado abajo (explícaselo al seguro, amigo).

Todo hacía presagiar lo peor.

Los bomberos llegaron casi al instante, los curiosos se acercaban a grabar con su móvil (una práctica que nos ha hecho peor sociedad todavía) y, de pronto, el milagro.

Arthur se levantó del destrozado techo del coche, se sacudió un poco el polvo y se subió a la ambulancia mientras cantaba alegres canciones camino de una revisión en urgencias.

La gente de Bilbao nace donde quiere, dicen.

Arthur representa la pureza del sudapollismo.

Las cosas pueden venir mal dadas, me han querido romper el corazón, me he caído desde un piso 19, me voy a gastar 6 meses de sueldo en chapa y pintura del Nissan y me va a doler la espalda hasta para quitarme los calcetines, pero nadie me va a arruinar mi estado zen.

He salido para olvidar y cantar y lo voy a seguir haciendo, ya sea viendo la ciudad desde una azotea o cantando en una ambulancia camino del hospital.

El sudapollismo no es nuevo.

Ha habido sudapollistas desde que el mundo es mundo.

El padre del sudapollismo sería el Estoicismo.

Quizás no tenga que explicarte qué es el estoicismo porque ha vuelto a ponerse de moda.

Como los pantalones de tiro bajo y los chandals de yonki de barrio.

Papá Estoicismo

 

Los estoicos eran unos señores que comenzaron a filosofar allá por el siglo III a.c. y cuyos principios son la base del sudapollismo moderno.

Su ideal es “conseguir no necesitar nada ni nadie para alcanzar la felicidad en la vida”.

Toma ya.

Lo que podría ser el estado de Whatsapp de un desencuentro amoroso es la base de una de las corrientes filosóficas más influyentes de nuestra historia, con referentes como Séneca, Epicteto o Marco Aurelio.

La piedra filosofal donde se apoya el Estoicismo es el concepto de que “la felicidad únicamente depende de nosotros mismos”.

Encontrar el estado de ataraxia donde nada te perturbe ni afecte a tu yo interior.

Pedazo de palabra ataraxia para un tatuaje, quedas de cultureta y te sirve hasta para ligar.

Vale, te estoy dando la turra y me voy por las ramas.

Si tienes que quedarte con un concepto que resume lo que es el estoicismo quédate con esta frase de Epicteto:

Soporta y renuncia.

Drop Mic

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Y cómo los pensamientos de unos tipos de hace más de 2.000 años todavía perviven hoy día?

Porque son tan actuales que asustan.

Son pensamientos tan transversales a la condición humana que han pertenecido y van a pertenecer a nuestros miedos y dudas hasta el fin de los días.

Si lees “Meditaciones” de Marco Aurelio, parece una conversación a las 3 de la mañana de un sábado mientras te tomas una copa con un colega, y no algo que escribió un señor con barba en el primer siglo de hace dos milenios.

“Elimina la opinión y habrás eliminado la sensación de “me han hecho daño”; elimina el “me han hecho daño” y habrás eliminado el daño”.

“Que las cosas estén en proceso de transformación no es ningún mal, como tampoco es un bien lo que surge a partir de una transformación”.

“Lo que no conviene a la colmena, tampoco conviene a la abeja”.

Ya paro, podría estar escribiendo frases de Marco Aurelio hasta mañana, te dejo alguna más al final del texto.

¿Queda claro por qué una filosofía de hace más de 2.000 años sigue tan viva hoy en día?

 

DIFERENCIAS CON EL SUDAPOLLISMO

 

El sudapollismo tiene, en mi opinión, dos diferencias claras respecto al Estoicismo.

La primera es que el sudapollista tiene que lidiar/gestionar muchísimos más impactos que un estoico.

Estar impertérrito ante ciertos comportamientos humanos o eventos externos era más llevadero hace 2.000 años que ahora.

Ahora tenemos tal conexión con el resto de la humanidad que es muy difícil mantener esa ataraxia necesaria para mantener la ansiada felicidad.

Es por ello por lo que creo que el verdadero sudapollista, el genuino, es aquel que consigue vivir aislado de todos los infinitos estímulos con los que tenemos que convivir hoy en día y escoge muy bien los que deja pasar dentro de su cabeza.

Es ese rarito que no tiene redes sociales y al que hay que llamar porque se quitó whatsapp hace tiempo.

Es ese al que le preguntas por la última tendencia tecnológica o la última polémica política de turno y te mira como si hablaras en latín.

Ser sudapollista es conseguir llevar un control extremo de lo que consumes.

Dejar entrar lo que te hace bien y poner todas las trabas posibles a lo que te sienta mal.

La segunda diferencia con los estoicos que veo en los sudapollistas es que tienen la capacidad de mantenerse al margen de lo que pueda alterar su estado de felicidad basal, pero actúan de manera activa cuando la felicidad y bienestar que se ve afectado es el de un tercero.

A un sudapollista lo despiden del trabajo por la mañana y por la tarde es capaz de ir a ver la última de Marvel sin pestañear, pero si descubre que en el centro de mayores de su pueblo están maltratando a los abuelos puede encadenarse en la puerta del centro o hackear su web dejando un cartel que ponga “Mata abuelos”.

El sudapollista es muy reactivo con la injusticia.

Y eso es un matiz muy importante a tener en cuenta para definir a una persona como sudapollista o gilipollas.

La línea es tan fina que en muchas ocasiones es difícil no pisarla.

Un sudapollista no es una persona a la que no le importa nada lo que ocurra a su alrededor, una ameba que ni siente ni padece.

El sudapollista es consciente de que no puede controlarlo todo, sabe que habrá muchos elementos que no pueda gestionar porque no están dentro del radio de a su alcance y lo asume como parte de la misma naturaleza de la vida.

Pero es reactivo cuando alguien de su entorno no tiene la capacidad de acción para modificar elementos que están afectando negativamente a ese individuo, y el sudapollista, por su formación, posición o acción, sí puede tomar acción y ayudar a que esa persona consiga el ansiado estado de felicidad que él mismo, por su manera de entender la vida, busca.

tu círculo de acción

Esos dos elementos son esenciales para diferenciar a un sudapollista y a un gilipollas.

Y es un precipicio al que es tan fácil caer que la tasa de caída al gilipollismo por parte de sudapollistas es, por desgracia, bastante alta.

sudapollista asomado al precipicio

Por eso es muy importante, si quieres convertirte en un sudapollista certificado, que te autoevalúes constantemente para evitar dar el paso al lado oscuro.

Puedes hacerte las siguientes preguntas:

Esta información que estoy leyendo/escuchando/viendo desde esta fuente de información, ¿Cómo me está haciendo sentir?

¿Echaré en falta dejar de leer/escuchar/ver esta fuente de información si mañana decido bloquear su entrada a mi cerebro?

¿Leo/escucho/veo esta fuente de información porque realmente aporta a mi felicidad o por mala curiosidad, envidia o ego?

Si veo una injusticia o evento desagradable en un tercero, me pregunto:

¿Tiene esa persona las herramientas para saber gestionar esa situación? Ya sea desde el sudapollismo o porque realmente tiene las habilidades necesarias para poder solucionarlo.

¿En qué medida puedo ayudar a esa persona con mis habilidades/conocimientos sin empeorar la situación suya o mía?

¿Conozco a alguien que tenga las habilidades/conocimientos requeridos para ayudar en la situación de esa persona?

Puedes hacerte esas preguntas de manera periódica y ver el estado del termómetro sudapollista/gilipollista.

Para el resto puedes seguir, directamente, las directrices de la filosofía estoica.

Te dejo tres ejercicios que propone Pepe El Estoico (te recomiendo mucho seguirlo) para aplicar el estoicismo a nuestra vida diaria:

 

¿Esta bajo mi área de control?

 

Aprender a diferenciar qué esta bajo nuestro control y qué no para evitar la queja desmedida y el castigo mental derivado de ella.

Ejemplo: Voy a una cita con una chica y no se presenta. Podríamos pensar que es por nuestra culpa, por algo que hemos dicho o hecho. Podemos deprimirnos y comernos la cabeza en casa o, en cambio, analizar que no podemos controlar los comportamientos ajenos ni las decisiones ajenas que no se alinean con las nuestras.

Memento Mori – Vamos a morir.

 

Tan simple como ser conscientes cada día de que vamos a morir.

Eso lo cambia todo.

En lo que nos preocupamos, en las decisiones que tomamos y en el aprovechamiento del regalo que es estar vivo.

Muy común usar también un totem (una moneda, por ejemplo) a la que asocias el memento mori y, que cada vez que la tocas, haces que salte ese gatillo que te recuerde que estamos aquí para un rato.

Racionalizar nuestros miedos.

 

Hay una frase que me gusta mucho de Mark Twain “He tenido muchísimas preocupaciones en mi vida, la mayoría de ellas nunca han ocurrido”.

Racionalizar nuestros miedos es una buena forma de vivir en paz también.

-¿Qué nos da tanto miedo?

-¿Podemos hacer algo para que no ocurra?

-¿Cómo podemos minimizar esos daños?

Cuando ponemos los miedos sobre el papel los miedos se racionalizan, dejan de ser un ente que golpea nuestra mente rebotando de esquina a esquina.

Y cuando se racionaliza algo se pueden buscar soluciones.

Y el prever soluciones disminuye el miedo.

Hasta aquí mi disertación sobre el sudapollismo, estado al que todavía no he llegado, pero al que espero llegar más pronto que tarde.

Y tú, cuéntame.

¿Eres sudapollista y no lo sabías?

¿Te gustaría serlo?

 

Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad.

 

No gastes más tiempo argumentando acerca de lo que debe ser un buen hombre. Sé uno.

 

Comenzar es la mitad del trabajo, comienza nuevamente con la mitad restante, y habrás terminado.

 

Si algún hombre me odia, ese es su problema. Mi única preocupación es no hacer o decir nada que merezca ese odio.