TU CEREBRO ES UN VAGO Y ES POR ESTO.

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Hoy he estado escuchando un capitulo de un podcast que recomiendo que sigas.

Tu cerebro al desnudo.

En el capítulo hablaban de la diferencia entre la excusa y la queja y me parece que dieron una definición perfecta para ambas.

“La excusa es cuando nuestro cerebro sigue el camino de menor resistencia cognitiva”.

 

Te lo traduzco.

¿Sabes ese momento en el que te ves en el sofá en diciembre, con 5 grados fuera de casa, y recuerdas que te habías prometido coger el hábito de salir a correr?

¿O cuando estás en una comida con amigos y te preguntan si quieres compartir postre aún cuando habías decidido empezar la dieta la semana pasada?

El camino de menos resistencia cognitiva es pensar que mañana hará menos frío y pones otro capítulo de la serie o decides que por dos cucharadas de esa tartita de chocolate no va a pasar nada.

El cerebro busca la menor fricción posible.

 

¿Y esto por qué?

Nuestro cerebro tiende a escoger el camino que economiza más recursos.

Hoy en día no ocurriría nada si sales a correr por gusto, pero hace miles de años, gastar esa energía y recursos podría significar no tener fuerzas para salir a cazar o para huir de un depredador.

Por lo tanto, nuestro estado “óptimo” para el cerebro es estar en reposo.

Nuestro cerebro crea su propia narrativa para escoger el camino más cómodo.

Hace frío.

Son dos cucharadas.

Mañana empiezo.

Actuamos según pensamos, por lo tanto, si no tenemos una identidad muy marcada y clara de lo que somos, nos dejaremos llevar por la “desidia” que busca nuestro cerebro.

Por ejemplo, yo no soy fumador.

Esa es una de mis identidades claras.

Por mucho que me ofrezcan un cigarro jamás podría fumármelo.

Sin embargo, si una persona está dejando de fumar y todavía no se identifica como una persona no fumadora y sí como alguien que está dejando de hacerlo, le será mucho más difícil rechazarlo porque para el cerebro el camino cómodo será el que ya conoce y el que evita la fricción.

Bueno, un cigarro no va a hacerme daño.

La excusa que busca la menor resistencia cognitiva.

La excusa le da un sentido “coherente” a por qué hemos decidido hacer una cosa u otra.

La queja, por otra parte, es tan solo un reflejo de lo que ocurre a tu alrededor.

Estás en el médico en verano y no han encendido el aire acondicionado y tienes calor.

La diferencia con la excusa es que nuestro cerebro es el que tiene que convencernos con sus artimañas (narrativa, memoria, etc) para evitar una acción de una manera “lógica”.

Existe el peligro de que la queja respalde a la excusa y eso nos haga no actuar como nos gustaría.

Imagina que vives en una ciudad donde no existen parques para correr en la naturaleza.

Podrías quejarte apuntando a eso.

“Es que en esta ciudad es muy difícil correr porque no tiene sitios habilitados para ello”

Y luego dejar que la excusa (la narrativa de tu cerebro) te lleve a dejar de lado la idea de salir a correr.

“Es que voy a tardar mucho en llegar a una zona habilitada para correr”.

“Es que no tengo las zapatillas adecuadas para correr en asfalto”

“Es que si viviera en otra ciudad todo sería más fácil”.

¿Cómo evitar ese modo ahorro que busca la excusa?

 

Haciéndote cargo de tu propia consciencia.

Y eso puede buscarse de 4 maneras.

Fricción límbica.

 

Tolerar una emoción negativa y hacer lo que tienes que hacer independientemente de cómo te sientas.

¿Hoy hace frío para salir a correr? Me pongo otra capa de ropa y a la calle.

Fricción intelectiva.

 

Superar tus creencias o ideas. No sabemos todo lo que puede ocurrir, por lo tanto, solo queda hacerlo para descubrirlo.

Quizás la sensación térmica al correr no es tanto como parece para contrarrestar los “qué frío va a hacer” o “mañana estoy resfriado si salgo ahora”.

Fricción decisiva.

 

Tolerar la responsabilidad de equivocarte. Decidir algo y equivocarte.

Es mejor demostrarte a ti mismo que estabas equivocado a no intentarlo.

“Pues sí que hace frío, pero ya estoy aquí con las zapatillas puestas, vamos a dar un par de vueltas”

Fricción conductual.

 

Mantener en el tiempo las acciones necesarias para avanzar.

Tu y yo lo conocemos como los hábitos.

“Voy a salir a correr hoy para no romper la racha que llevo”.

Estos cuatro puntos serían la base para vencerle la batalla a las excusas de nuestro cerebro.

Para los que somos de barrio, el resumen sería:

Hazlo de una puta vez.

Bájale el volumen a tu diálogo interior, ignóralo mientras te grita al oído que vas a morir de frío si sales a correr o que tu jefe te va a despedir por pedir un aumento de sueldo.

Todo el margen que le des a tu cerebro, desde que piensas que tienes que hacer una acción hasta que la haces (o no), es un tiempo valioso donde la maquinaria de excusas te va a ametrallar sin parar.

Recuerda seguir a los amigos de Tu cerebro al desnudo.