NO SEAS PREDECIBLE

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A raíz de mi última newsletter sobre no quejarse, surgió un debate bastante curioso sobre lo que es quejarse con razón o no.

En mi newsletter explicaba cómo quejarse no es algo que este mal per se, si no que el problema radicaba en las que no iban acompañadas de una propuesta de solución.

Esta persona me comentaba que, por ejemplo, si cobrabas poco en tu trabajo respecto a otros iguales a tu puesto de trabajo era algo por lo que quejarse “de verdad” y que en otras cosas con menos importancia sí era posible evitar la queja.

A raíz de esa reflexión abrimos un debate interesante, en el que él veía normal esa queja, sin nada más que poder hacer al respecto y yo le planteaba alternativas.

Mi planteamiento era que, si estás en un trabajo en el que cobras poco respecto a otros compañeros era normal que te quejaras, pero, al igual que explicaba en la newsletter, siempre había una alternativa para buscar una posible solución a esa queja.

Podía preguntar directamente al jefe por qué cobraba menos, o aprender una habilidad que le hiciese más valorado en la empresa o buscar una formación complementaria que le diera la oportunidad de un mejor puesto en otra empresa, si su jefe no terminaba de valorar su trabajo adecuadamente.

Este chico lo veía imposible y centraba todo su discurso en que la culpa era del jefe y nunca del trabajador.

Entonces le maticé otra característica de la queja. Si esa situación de cobrar poco se daba desde hacía poco es normal que sintiera la necesidad de quejarse y “la culpa” podía deberse a un factor externo, pero si llevaba años en esa situación, la carga de la culpa se cambiaba y comenzaba a ser únicamente suya.

Si tienes un accidente que te deja inmóvil unos meses y coges peso la culpa es del accidente, todos lo entenderíamos. Si ya estás recuperado del accidente, sin ninguna secuela, y sigues quejándote de tu sobrepeso durante años, la culpa es únicamente tuya.

¿Quién no conoce a alguien que lleva quejándose de un infortunio durante años y no ha hecho nada durante todo ese tiempo para revertir las tornas?

Este chico veía completamente imposible que se pudiera revertir su situación y mejorar su sueldo en su misma empresa o encontrar un trabajo con una situación mejor porque tenía focalizado el origen de su queja en un factor externo.

Yo mismo le puse el ejemplo de dos cercanos amigos míos. Uno que no estaba a gusto con lo que cobraba y, sin embargo, ha ido formándose con titulaciones muy cotizadas en su sector, que paralelamente había ido adquiriendo nuevos conocimientos y ha ido mejorando su salario cambiando de una empresa a otra hasta llegar a un lugar donde esta feliz con sus condiciones.

Otro que estaba a gusto en su lugar de trabajo y con todo bajo control, pero decidió arriesgarse para mejorar laboralmente y durante un año mejoró su inglés para presentarse a una oferta de trabajo ese idioma, algo que jamás había hecho antes, ensayó distintos supuestos que podían darse en las entrevistas y finalmente consiguió el puesto, aún cuando vivía en una situación cómoda y en la llamada zona de confort.

El problema que tenía este chico era que había aprendido una sola manera de hacer las cosas, en su mente solo existía la opción de quejarse cuando se encontraba en una situación que no deseaba y, por más ejemplos o alternativas que le exponía, más reacio era puesto que lo veía como algo que “solo pasaba en las películas” y que no veía en su entorno.

Si algo he aprendido después de conocer y leer a mucha gente interesante es que jamás existe una sola opción para algo, siempre hay otro punto de vista y muchas de nuestras limitaciones a la hora de escoger una opción vienen de tener preestablecida ya una postura sobre lo que debemos o no hacer, porque es lo que nos han enseñado.

La capacidad de colocarte a ambos lados de una misma idea te da una riqueza en tus decisiones tremenda, y te ayuda a tomar decisiones que quizás a otros les resultarían invisibles a sus ojos.

Y esto es algo que puede aprenderse a cualquier edad.

Recuerdo cuando de pequeño jugaba al ajedrez y, como era hijo único, tenía que jugar conmigo mismo. Recuerdo que era un ejercicio fascinante el mover con unas piezas, para luego darle la vuelta al tablero y tener que jugar con las de otro color. Me enseñó a que mis movimientos no eran siempre los mejores y que siempre había una contrapartida que podía ser mejor que mi primer pensamiento o decisión.

Esto de colocarse en dos posiciones para tomar una decisión también me lo ha enseñado el trading en bolsa ya de mayorcito. Un error muy común es creer que una acción va a subir de valor porque realmente deseas que pase, te ciegas, y la compras y resulta que baja de precio y pierdes tu inversión.

Una acción, al igual que sube, puede bajar, por eso ahora intento evitar ese error de novato de tomar decisiones basadas en lo que yo deseo. Antes de entrar a comprar, analizo ambas situaciones, la de compra y la de venta, y bajo ese análisis entro a la inversión, sin pensamientos preestablecidos.

Tener convicciones inamovibles es de las acciones más limitantes que puedes hacer como humano, ya que te van a llevar siempre por un camino ya preestablecido, eres previsible.

Si todos los humanos decidiéramos ser predecibles no avanzaríamos como raza. Si Elon Musk fuera predecible la carrera de colonización de Marte no existiría hoy en día, si Armstrong hubiera sido predecible se hubiera quedado en su tranquilo puesto como piloto aéreo y no hubiera sido el primer hombre en pisar la Luna o si Nadal hubiera decidido que era suficiente con ganar 8 Roland Garros porque nadie más lo había hecho antes no llevaría 13 hoy en día.

No seas predecible.