Con la repentina muerte de Diego Armando Maradona se ha reabierto un debate bastante recurrente con este tipo de figuras públicas. Genios en su profesión y personas de dudosa catadura moral en la intimidad.
Como ocurre ya con casi cualquier tema, la polarización de las posturas es absoluta entre los que alaban su figura, ya que se centran tan solo en la faceta de genio, y lo que desdeñan cualquier triunfo profesional ya que priman el aspecto personal sobre cualquier otra cosa.
En este caso ha pasado con Maradona pero no son pocas las figuras públicas que han sufrido este juicio bipolar.
Gandhi fue alabado por medio mundo, su movimiento de protesta no violenta le valió el Nobel de la Paz y es una figura icónica de la liberación de la India, pero ha sido retratado en su vida privada por varios biógrafos como un pervertido sexual e incluso tachado de racista, por sus declaraciones donde indicaba el “salvajismo” de la raza negra y que los blancos deberían ser la raza predominante.
Einstein también es un claro ejemplo de esta polarización. Premio Nobel en Física que cambió la percepción humana respecto a temas como la relatividad del tiempo y con, probablemente, la fórmula más famosa de la historia, también ha sido juzgado más allá de su éxito y calificado como un marido agresivo y misógino que jamás fue a ver a su hija nacida en Serbia, con frases tan “cariñosas” hacia su esposa como “no esperes afecto por mi parte”.
Dos figuras del siglo XX, dos premios nóbeles, referencias en su campo, alabados por el mundo por su ingenio, su iniciativa y por cambiar la vida tal y como la conocíamos para siempre, pero sin embargo dos personas que en la intimidad tenían actitudes más que reprochables.
Como indiqué en la newsletter pasada “Conseguir el equilibrio en tu vida”, volcaron todo su esfuerzo en su faceta profesional, teniendo un desapego y poco cuidado del resto de planos de su vida.
¿Destruye todos los logros conseguidos por ambos, desde la ciencia a la geopolítica, sus comportamientos como seres humanos?
Démosle una vuelta de tuerca más.
Josef Mengele quizás es una de las representaciones de la parte más oscura del ser humano. Fue el doctor que realizó los experimentos más crueles en los campos de concentración Nazi, a consecuencia de ellos murieron en trágicas circunstancias miles de personas en estos campos, con pruebas retorcidas que involucraban incluso a bebes recién nacidos.
Imaginemos que Mengele, después de un día en su casa de los horrores particular, llegaba a su hogar, era un marido cariñoso, un padre formidable y un representante de su comunidad excelente que hizo la vida fácil y maravillosa a todos sus vecinos.
¿Maquillaría este buen comportamiento en su vida cotidiana las atrocidades que realizó cada día de su vida en los campos de concentración?
Vivimos en la época donde “cancelar” a las personas es el deporte nacional, que no es otra cosa que apretar un botón y echar por las borda absolutamente todo lo que haya hecho en su vida, lo bueno y lo malo, aunque sus acciones nos hubieran impresionado en algún momento de las nuestras.
¿Es posible cancelar el iPhone que salió de la mente de un padre que renegó de su hija durante años?
¿Es posible cancelar el Guernica que salió de las manos de un cruel y despiadado amante con sus parejas?
¿Es posible cancelar Oliver Twist que salió de la mente de una persona que quiso meter a su mujer en un manicomio para irse con su amante?
Esos hitos ya forman parte de nuestra cultura, de nuestro avance como sociedad, del folklore de cada pueblo.
Esos destellos de ingenio, de constancia, de trabajo, no pueden cancelarse porque son referencias para las generaciones venideras.
No cabe duda de que Picasso ha sido el espejo de miles de artistas que han venido después de él, Gandhi inspiró a otros revolucionarios que siguieron su estilo como Martin Luther King y Maradona levantó la moral de todo un país y es la referencia futbolística de miles de futbolistas que hacen disfrutar a miles de personas hoy en día.
El ser humano no es binario en sus pensamientos, probablemente lo que más nos distinga de las máquinas y lo más difícil de imitar para una inteligencia artificial sean los matices y grises de nuestras emociones.
Podemos disfrutar de una agradable lectura de Dickens, sin ello significar que estemos de acuerdo con que ser un marido repugnante sea buena idea, podemos disfrutar viendo una película en un iPad salido de la cabeza de Steve Jobs, sin ello significar que estemos de acuerdo en que ser un progenitor egoísta sea una gran opción, y podemos admirar un gol de Maradona sin que ello signifique que apoyemos el consumo de estupefacientes o el maltrato.
Admirar a alguien no es estar de acuerdo con todo lo que ha hecho en todas las facetas de su vida ni cancelar a alguien va a borrar todo lo bueno que ha podido regalar esa persona a la humanidad.
Si eres capaz de saber en qué contenedor va el papel y en cuál el vidrio, ¿No vas a saber separar el pecado de lo divino?